7 de diciembre de 2016

LUMINARIA NAVIDEÑA DE LA UAEH 2016

No son muchos los que conocen a fondo la relevancia histórica del Edificio Central de la UAEH, ahora conocido como Centro Cultural La Garza. Fue sede del segundo convento establecido en la ciudad minera y el hospital religioso más importante de la región y acaso de sus alrededores. Es el monumento virreinal más significativo después del ex Colegio de Propaganda Fide y uno de los más amplios y hermosos de la capital hidalguense.
Fue asiento de la primera institución de educación superior que hubo en nuestra entidad y cuna de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, además de que también fue el segundo edificio que contó con un reloj público.
Y al hacer gala de su vocación cultural, nuestro recinto sirvió para celebrar uno de los actos más sensibles que he visto en Pachuca: El encendido de la luminaria navideña 2016.  Este sí fue un festejo bien hecho, que comenzó puntualmente, que se apegó lo más posible a la tradición, que contó con música verdaderamente bella, la cual inició con  villancicos mexicanos  como “Los Pastores” y “Los Reyes”, piezas que interpretó el Coro Infantil Universitario acompañado del Grupo “Raíces” y el ensamble del Colegio Piaget de Actopan. También participó el  Coro de Adultos Mayores de la UAEH  con las piezas “Campana sobre campana” y “Campanas navideñas”.
Hubo una obra teatral alusiva llamada “El regalo de navidad”,  a cargo de la Compañía de Circo Contemporáneo “Totem”. Sus diez actores escenificaron a duendes como “Frijolito” y “Titino”.  La puesta me gustó mucho porque tiene humor blanco y fino y un gran mensaje sobre la amistad y la fraternidad. Después la Tuna Universitaria “Azul y Plata”  pidió posada con guitarras y mandolinas. El público, -sobre todo el infantil- sentado en las muy celebres escalinatas, gozamos de momentos muy emotivos.  Además de que a todos nos regalaron ponche.
El encendido se realiza desde  1991  y se dice que ahora se utilizaron cerca de 80 mil luces led que se colocaron en más de cien árboles que embellecen los prados del inmueble colonial. También hubo la magia tecnológica de la cual uno no termina de sorprenderse jamás.
¡Así es la vida y la parte objetual que nos rodea! Esos muros de ese edificio tan amado, que esconden quejidos de agonizantes de la época en que la construcción fungía como refugio asistencial y casa de salud, y que luego pasó por ser testigo presencial de los fusilamientos en la época de la Reforma, hasta llegar a ser una casa de estudios y conocimiento. Ese edificio, ahora nos regala, además de su belleza arquitectónica y artística, la parte museística tan valiosa y la parte floral que aportan sus bellos jardines. Pasto inocente que aloja a muchos árboles con cientos  de focos de alta tecnología, Ese ahora belo lugar, fue cementerio. Antes las almas seguían insistiendo en en este mundo falible, a través de las flores, ahora lo hacen a través de las luces artificiales. 
Supongo que han sido muy pocos los habitantes que ha tenido Pachuca,  que se han resistido a pisar sus históricas escalinatas.







1 comentario:

Ricardo Isaías de la Serna dijo...

Excelente labor de difusión.que v bueno que promuevan está tradición es que reúnen a nuestra sociedad en torno a nuestro patrimonio cultural